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Mensaje por Pandora Vie Feb 24, 2012 8:21 pm

Bueno... aqui esta mi esperado y horrendo fic el cual publicare en este hermoso foro (?). Espero que les guste a todos y si no... solo pido que no sean tan crueles ;w; ya que es el primero que hago... y se que no soy buena en estas cosas pero tenia tantas ganas de hacer un fic que lo hice y ya uwú eeeeeeeen fin.. como ya dije espero que les guste >//<!

Pareja: Dégel de Acuario & Kardia de Escorpio

Anime: Saint Seiya The Lost Canvas

Categoría; Shounen-Ai

Genero: Romance.

Aclaraciones: No me hago cargo de derrames cerebrales por lo horrible que esta (?). Los personajes no son mios son de Shiori Teshirogi y Masami Kurumada

Descripción: Kardia lleva siendo ignorado hace una semana por Degel, quien se ha encerrado en su templo sin nisiquiera darle una explicacion a pesar de que ha hecho lo imposible para conseguirla. ¿Acaso lo esta engañando con alguien o ya no lo quiere pero no sabe como decirselo?. Lo que no sabe Kardia esque Degel le tiene preparada una sorpresa, en la cual le expresara todo lo que siente por el.

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Un Regalo Especial


-Idiota…-mascullo por enésima vez, mientras se paseaba de un lado a otro en su templo, con la vista fija en el onceavo templo.

¿Cuánto tiempo llevaba así, paseándose sin hacer nada más que observar? Frunció el ceño y pateo lo primero que se le cruzo en el camino, sintiéndose estúpido por estar malhumorado, después de todo no debería reaccionar de esa manera… él era el gran Kardia de Escorpio, y no le importaba lo que hicieran los demás.

Pero aun así estaba preocupado y se entristeció al recordar que su compañero de guerra y amante Dégel lo había evitado hace 1 semana atrás, sin ni siquiera decirle el propósito de su repentino alejamiento a pesar de que había ido a su templo para exigirlo.

¿Y si ya no lo quería y todavía no hallaba las palabras ni el coraje para decirle la verdad? O peor ¿Lo había dejado por otra persona? Con solo pensar eso sintió como su sangre hervía de rabia y quiso estrangularlo, mas solo bufo y decidió que era buen momento para entrenar y desquitarse con sus compañeros, solo estaba perdiendo el tiempo pensando en idioteces… y en idiotas.

Así que se dirigió hacia el coliseo de entrenamiento bajando con tranquilidad las escaleras, convenciéndose mentalmente que no le interesaba lo que hiciera Dégel, después de todo él lo había utilizado para satisfacer sus necesidades en el santuario mientras no le asignaban una misión y solo fingía que lo quería. Pero en el fondo sabía que solo se engañaba… porque él lo amaba, y todavía no podía creer lo que estaba pasando.

-¡Pero miren quien viene ahí! ¡Si no es el gran Kardia de Escorpio quien ha salido de su templo! –se burlo Manigoldo al verlo llegar al coliseo- ¿Vienes a llorar como una niñita o vienes a pelear de verdad?

El escorpiano detuvo su caminar para mirarlo con los ojos en llamas mientras elevaba su cosmos .

-Scarlet Needle!-pronuncio Kardia y le atesto 3 aguijones al santo de Cáncer, quien no tuvo oportunidad de reaccionar y al recibir el ataque choco con un pilar, destruyéndolo al instante.

Suspiro al sentirse mas aliviado y siguió su camino con normalidad, ignorando a los otros santos que miraron la escena sorprendidos, pero que no dijeron nada para no causar más problemas y fingieron que no había pasado nada comenzando así el entrenamiento común.

Ya después de entrenar y de deshacerse por completo de toda la rabia acumulada, el escorpiano decidió que era hora de volver a su templo y darse una ducha, para luego ir al onceavo templo y encarar a Dégel. Ya no podía soportar mas la angustia de pensar que ya no lo quería, o que lo estaba engañando con alguien.

Pero no pensó que al pasar por el templo de Virgo, Asmita lo estuviese esperando.

-Hola Kardia –saludo cordialmente el virginiano desde la entrada de su templo y le sonrió.


-¿Qué necesitas, Asmita? -pregunto Kardia sin rodeos, ya que sabia era poco común que el contrario saliera de su templo, a no ser que fuera algo importante.

-Hablar contigo.

-¿Y de que se trata? Estoy apurado.

-Creo que sea cual sea el asunto que tengas pendiente podrá esperar unos momentos-le respondió el virginiano con tranquilidad y se dirigió al interior de su templo, donde se sentó en una de las almohadas que habían en el suelo, que había sido colocada especialmente al frente de una mesa con distintos tipos de té.

Kardia lo siguió con curiosidad, pero al ver como el otro servía 2 tazas de te y esperaba a que él se sentara, soltó una carcajada.

-¿Y ahora quieres que juegue contigo a las tacitas?-pregunto burlesco.

-El asunto es importante… necesitamos tiempo para hablarlo. Y creo que te interesara mucho saber que el asunto es Dégel.

Eso tomo completamente desprevenido a Kardia y abrió los ojos sorprendido, ¿Cómo sabia él lo que pasaba entre ellos? ¿Acaso sabia cosas de las que él no estaba informado? Frunció el ceño molesto y sintió de repente celos, Asmita podía hablar con toda libertad con Dégel, pero el no.

-Que sabes del tema-pregunto el escorpiano cortante, aunque más que pregunta lo dijo como una orden mientras tensaba la mandíbula.

El virginiano le dedico una sonrisa misteriosa y estiro su mano, señalando la pila de almohadas que tenia en frente.

Kardia se molesto aun más ante la tranquilidad del otro y apretó los puños mientras se daba la vuelta y se dirigía a la salida del templo de Virgo, después de todo él podía averiguar lo que pasaba con Dégel por si mismo.

-No tengo tiempo para jugar a las tacitas contigo. Tengo asuntos más importantes que hacer.
Cuando estuvo a punto de salir una leve risa lo interrumpió, dejándolo desconcertado por unos momentos.

-No te dará explicaciones si eso es lo que vas a buscar-Asmita hablo con calma, leyéndole al instante el pensamiento.

-¡Y tu que sabes lo que va a hacer o no!-exclamo de pronto Kardia, volteándose para ver el siempre sereno rostro del contrario lo que hizo que se enfadara aun mas.

-Lo se…-le sonrió otra vez y volvió a extender la mano, el escorpiano suspiro y, ya mas calmado, se sentó al frente del virginiano mientras tomaba la taza entre sus manos.

-¿Por qué esta haciendo esto conmigo?-pregunto con repentina tristeza observando su reflejo en el té.

-No lo hace porque el quisiera.

-¿Y entonces porque?

-No puedo contestar a esa pregunta.

-¿Entonces porque quieres hablar conmigo si no me vas a decir nada importante? ¿Acaso te quieres burlar de mí? –hablo Kardia, casi con un tono lastimero y levanto la vista para mirar a Asmita.

Este le dio un sorbo a su te y se quedo en silencio, meditando, mientras ignoraba la mirada impaciente del escorpiano que se posaba en su rostro.

-No te diré la razón por la cual te evita… pero te aconsejare de que no vayas a visitarlo-respondió al fin el virginiano.

-¿Por qué no? ¡Quiero saber la verdad de una vez por todas! ¡Estoy harto de toda esta porquería! –exclamo mientras golpeaba la mesa que tenia al frente, provocando que se rebalsara un poco de te de la taza de Asmita-

-Fue solo un consejo – respondió y suspiro ante la bipolaridad del contrario.

-¡No quiero consejos! ¡Quiero la verdad! ¡Y tú la sabes pero no me la quieres decir!

-Pero no puedo--

-¡Entonces vete al carajo!-grito Kardia y se puso de pie mientras tiraba su taza al suelo, la que se hizo trizas, y se dirigió a la salida.

Asmita no se inmuto y lo observo con calma hasta que el otro estuviese a punto de salir, donde sonrió y dio un último sorbo a su té.

-Mañana sabrás la verdad…-murmuro y se levanto de su lugar para ir a meditar, esperando a que sus sirvientas limpiaran el desastre causado por el escorpión.

Mientras esto ocurría, Kardia se dirigía a su templo mas fastidiado de lo que ya estaba, maldiciendo por lo bajo al santo de Virgo por no decirle la verdad y por negarle absurdamente su futura visita al templo de Acuario.

El hacia lo que quería, y nadie le iba a dar ordenes en especial cuando se trataba de algo tan importante como lo que le estaba sucediendo en esos momentos, y estaba decidido a encontrar la verdad por sus propios medios si nadie estaba dispuesto a ayudarlo con eso.

Así fue como al llegar a su templo se deshizo de sus prendas y se ducho con rapidez, ya que no había tiempo que perder y cada vez que pensaba en el tema sentía como los nervios se apoderaban de el mientras pensaba una y otra vez cual seria la verdad, y si seria tan terrible como esperaba.

-Basta de pensar en estupideces, hora de ir a ver a ese imbécil ratón de biblioteca –se dijo Kardia terminando de devorar una manzana que había tomado luego de la ducha y se salió de su templo.

Cuando estaba llegando al templo de Acuario vio a lo lejos a 2 personas, así que decidió acercarse un poco más y se escondió en unas ruinas cercanas, mientras miraba con asombro la escena. Era Aspros quien hablaba alegremente con un ruborizado Dégel mientras reían y se despedían con un abrazo demasiado cariñoso para su gusto.

Sintió como hervía en celos al presenciar tal acto y espero impacientemente a que Aspros desapareciera para salir de su escondite y seguir a Dégel hasta el interior de su templo, quien estaba muy embobado para darse cuenta de que él lo estaba siguiendo.

-Eres un bastardo…-susurro Kardia harto de esperar mientras se detenía en la entrada del templo y apretaba los puños con fuerza.

Dégel se dio la vuelta aun ruborizado y perdido en sus pensamientos, pero al darse cuenta de quien era su rostro cambio rápidamente a una expresión de sorpresa y de horror.

-¡Kardia! ¿Qué haces aquí? –exclamo, pensando si se trataba de una ilusión o de una mala broma.

-¿Creías que te podías esconder de mi para siempre? –preguntó mientras se acercaba amenazadoramente al acuariano, sintiendo de pronto como su temperatura se elevaba-¿Cuándo me ibas a decir que tenias algo con ese maldito de Aspros?

Dégel lo miro confundido y retrocedió un poco ante el avance del contrario.

-¿Qué estas diciendo? Además, no puedes estar aquí. Te tienes que ir ahora.

-¡No me iré hasta que me digas que hay entre ustedes dos! ¿Acaso me estas engañando con el?

-¿Pero de donde sacas tan absurdas conclusiones? –pregunto Dégel, mas confundido que antes.

-¡Los vi abrazarse! ¡Y tú sonreías como bobo! ¿Crees que soy idiota para no darme cuenta de que te gusta?-exclamo dolido, haciendo una mueca de disgusto por el calor que lo envolvía.

-Kardia eso es una estupidez… Aspros vino a ayudarme en algo y solo se lo agradecí.

-¿Y en que te ayudo? ¿A como engañarme con otro sin darme cuenta?

-¿Estas loco? ¡Como sé que ocurre decir eso!-respondió molesto, sin darse cuenta de el estado del escorpiano, ya que todavía estaba impactado por su repentina visita.

-¡Entonces dime de una vez por todas que carajo te pasa!

-Aunque quisiera no puedo decirte… pero si me das un poco mas de tiempo yo…

-¡Vete al demonio Dégel! –lo interrumpió Kardia volteándose para marcharse, pero al hacer esto sintió como perdía el equilibrio y se sostuvo en una pared mientras jadeaba levemente por el calor.

El acuariano cayó en la cuenta del estado de su compañero y se acercó a él, para ser detenido por este mismo.

-Aléjate… de mi imbécil…-jadeo deteniendo el avance del contrario con una mano en su pecho.

-Estas ardiendo…-dijo Dégel al sentir su mano en su pecho, y acerco una de sus manos a la frente de Kardia.

-¡Dije que te alejaras! –golpeo la mano de este con un manotazo y se alejó de él tambaleando- Déjame… en… paz…

Solo alcanzo a dar unos pasos cuando sus piernas se tambalearon una vez mas antes de fallarles por completo, cayendo de bruces al suelo.

-¡Kardia! –exclamo el acuariano preocupado y detuvo a tiempo la caída de su compañero, mientras apoyaba una mano en su pecho y comenzó a bajar la temperatura el aire que lo rodeaba.

A pesar de su orgullo, el escorpiano agradeció la frescura que le traiga el contrario, pero parecía que a pesar de eso el infierno que estaba viviendo por dentro no se apagaría nunca.

“¿Porque?” se pregunto el escorpiano, pero a pesar de que no había pronunciado esas palabras en voz alta, el acuariano había podido escucharlas.

-Jamás te haría algo así-susurro Dégel.

Kardia quería decirle más cosas, quería gritarle que era un mentiroso, que lo odiaba, que lo odiaba con todo su corazón… pero de pronto todo se volvió borroso, y lo último que sintió fueron los fríos labios de Dégel sobre los suyos antes de ser tragado por la inminente oscuridad.

oOo

Abrió los ojos con lentitud al sentir como los primeros rayos del sol se posaban en sus ojos, interrumpiendo su sueño mientras se sentaba en lo que suponía que era su cama ¿Dónde estaba? Todavía cegado por la luz ubico su mano en sus ojos y descubrió que estaba su propia habitación, en el templo de escorpio y sin su armadura.

¿Cuándo había llegado ahí? Hizo memoria y recordó que se había desmayado en la entrada del templo de acuario, perdiendo su única oportunidad de hablar con Dégel.

-¡Demonios!-exclamo enojado golpeando su cama y maldiciéndose por estar enfermo.

Pero de pronto una sonrisa se escapo de sus labios al darse cuenta de algo. Dégel jamás lo había abandonado. En todo estos días, cuando su fiebre lo atacaba sorpresivamente y pensaba que todo iba a acabar ahí, creía soñar con la llegada del acuariano quien lo llenaba de caricias frías mientras le susurraba al oído que no lo dejara y que lo perdonara.

Pero ahora estaba seguro de que no eran sueños los que había tenido y se sintió feliz al saber que Dégel en verdad lo había ayudado, aunque eso no era una excusa para perdonarlo por completo.

Así que ¿Si jamás se olvido de él, porque lo ha ignorado todo este tiempo? Se levanto de su cama y, después de ponerse la armadura de escorpio, se dirigió con decisión al templo de Acuario, y esta vez conseguiría la verdad.

Cuando subía las escaleras para llegar al templo, esperaba sorprender distraído a su dueño, mas cuando llego lo encontró tranquilamente leyendo un libro sobre un sillón, actitud que saco de quicio al escorpiano. Dégel, al sentir su presencia, levanto la cabeza y le sonrió.

-Hola Kardia, parece que has madrugado hoy –hablo con tranquilidad, como si en los últimos días no hubiese pasado nada entre ellos y volvió la vista a su libro, olvidándose de el al instante.

Lo que no sabía el escorpiano es que Dégel se moría de nervios por dentro, sabia que Kardia estaba enojado con el más ese no era su problema… sino que tendría que decirle la verdad sobre su alejamiento y no sabía como iba a reaccionar el contrario después de entregarle el objeto que había mantenido su atención alejada de su amado.

Mientras, Kardia lo miraba con la boca abierta. ¿Cómo tenia el valor de mirarlo a los ojos y decirle con la mirada que todo estaba bien? ¿Acaso ya no le importaba como se había sentido después de su alejamiento? Se acercó a él y le arrebato el libro de un manotazo, mientras sentía que la rabia lo consumía poco a poco.

-¿¡Crees que soy un imbécil!?-exclamo Kardia furioso-¿Crees que, por mirarme y sonreírme de esa manera olvidare todo lo que me hiciste? ¡Eres un maldito idiota!

El acuariano no se inmuto ante la reacción del contrario, y se levanto con calma de su asiento para situarse al frente de él.

-Kardia…tranquilo… sé que estas molesto…

-¡¿Molesto?! ¡Me ignoraste! ¡Me echaste de tu templo al tener la oportunidad y me botaste a la basura como un trapo sucio!

-No saques conclusiones tan exageradas… primero escúchame lo que--

-¡No! ¡Escúchame tú a mí! Eres un idiota, un imbécil, un tarado, no se como pude confiar en…

-¡Kardia basta! –interrumpió Dégel, mirándolo con seriedad y al ver que este callo bajo la mirada nervioso, mientras el ambiente a su alrededor se enfriaba de a poco.

El escorpiano lo miro confundido ante su repentino nerviosismo, olvidándose por unos segundos de su enojo y momento en que Dégel aprovecho de hablar.

-Si me escuchas, podre decirte porque no deje que entraras a mi templo y porque te ignore…-empezó a hablar con lentitud y desvió la mirada

-¿Te volviste loco o que? No porque finjas que estas nervioso seré mas suave contigo

-¿Me quieres escuchar? ¿Quieres que te explique la razón si o no?

Kardia mascullo algo por lo bajo y se cruzo de brazos con el ceño fruncido, mirando fijamente a Dégel, quien tomo una bocanada de aire y cerro los ojos.

-Mira… sé que lo que hice no fue lo correcto y perdóname si te hice sentir mal, pero era necesario… para concentrarme y terminar… un objeto.

- ¿Y que cosa es ese “objeto” tan importante?-pregunto el escorpiano con ironía, aunque aun así sentía curiosidad. ¿Qué cosa era mas importante que el?

Dégel trago grueso y se volteo para entrar a su biblioteca, para luego salir al poco tiempo con una caja mientras un leve rubor se asomaba en sus mejillas

-Esto…-mientras hablaba su nerviosismo se hacia cada vez mas visible al igual que el inusual sonrojo que ahora adornaba todo su rostro- Es para ti. Lo hice yo…-le entrego la caja con cuidado y al tener la oportunidad se marcho rápidamente a su habitación, dejando a Kardia mas confundido aun.

¿Qué le pasaba a Dégel? Frunció el ceño ante su extraña actitud y estuvo a punto de tirar la caja por la ventana, ya que fuera lo que fuera lo que tuviese dentro no haría olvidar su enojo. Pero la curiosidad por ver lo que contenía se hizo cada vez más fuerte y se dijo mentalmente que un vistazo no le haría nada. Así que sentó en el sillón y abrió la caja, sonrojándose al instante y observando el objeto con los ojos abiertos.

Era un retrato de ellos 2 en hielo, ambos estaban abrazados mientras sonreíamos y mas abajo se podía leer “Las Palabras Faltan Para Explicar Lo Que Siento Por Ti. Feliz Cumpleaños”, mientras que en la orilla estaba firmado por Dégel.

¡Su cumpleaños! ¿Cómo no se había acordado? Se había olvidado por completo de la fecha en la que se encontraban al estar tan pendiente de Dégel. Pero ahora no podía despegar sus ojos del retrato en sus manos. No sabía que decir, o que hacer, pero su corazón latía a mil por hora, era tan hermoso… paso su dedos delicadamente por la superficie del retrato y se imagino a Dégel haciéndolo mientras que él se la pasaba todo el día burlándose de él, insultándolo y pensando de que lo estaba engañando con otra persona.

Después de echarle un ultimo vistazo al retrato lo guardo en la caja y dejo esta con cuidado en el sillón para luego dirigirse a la habitación la cual estaba cerrada, apoyo la mano en la puerta y la sintió fría “De seguro no me quiere ver” pensó Kardia, pero aun así golpeo con sus nudillos la superficie de la puerta a la espera de una respuesta que sabia que no llegaría.

-¿Dégel?-hablo con un hilo de voz, culpable por la situación en que estaban.

Al otro lado de la puerta el acuariano se encontraba sentado en su cama, con las manos todavía temblando en la cabeza y el corazón retumbándole en los oídos ¿Cómo habrá reaccionado? ¿Se habrá reído? ¿Habría roto el retrato y todavía seguía enfadado con el? Suspiro tratando de calmarse y cuando lo logro el llamado a su puerta lo tenso otra vez, provocando que nuevamente en la habitación cayeran pequeños copos de nieve.

-Perdón…-murmuro Kardia después de un momento de silencio, agachando la mirada y tragándose su orgullo para reconocer que lo había estropeado todo.

Suspiro y se sonrojo, agradeciendo que Dégel no lo pudiese ver en ese estado tan vulnerable.

- Te extrañe mucho en todo este tiempo… -murmuro, esperando a que el otro le respondiera o hiciera algo, al no presenciar ninguna acción se mordió el labio inferior y continuo- Me hiciste falta… y no podía creer que de un día para el otro me dejaras de hablar y te olvidaras de mi… aunque –se detuvo un momento al sentir como se le formaba un nudo en la garganta- en verdad todo lo que hiciste fue para mi… y por cierto es hermoso…

Suspiro nuevamente y levanto la vista para marcharse, pero poniéndose de mil colores al ver la puerta entreabierta, dejando ver parte del ruborizado rostro del acuariano el cual tenia su vista fija en el.

-¿De verdad? –murmuro Dégel, abriendo por completo la puerta y mirando a Kardia que en esos momentos parecía otra vez un niño pequeño con la cara sonrojada y nervioso, dándole un aire de ternura.

A pesar de las ganas del escorpiano por negarlo todo he irse de ahí con su orgullo en alto, dedujo que cualquier excusa que diera seria de lo mas estúpido, así que bajo otra vez la mirada y asintió.

-Te amo… -confeso de pronto, ocultando su mirada con el flequillo.

Y dicho esto sintió unos fuertes brazos rodeando su cintura y un fresco pero apasionante beso en sus labios, los que habían añorado esa caricia con tanto deseo.
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